martes, 12 de noviembre de 2013

El relato de Reato


por Marcelo De Angelis

Las omisiones del historiador de los dos demonios sobre el número de los desaparecidos y su objetivo histórico-político.


Sobre el final del llamado Proceso de Reorganización Nacional en Argentina, los sectores militares y civiles responsables de haber sostenido al Terrorismo de Estado tenían un gran desafío: la construcción de un relato que les permitiera camuflarse en el período institucional que estaba por venir, manteniendo el poder real.

Ese relato fue lo que se conoció como “Teoría de los Dos Demonios”, la cual quedó expresada de manera sintética en el prólogo del “Nunca Más”, cuando la CONADEP afirma que “durante la década del 70 la Argentina fue convulsionada por un terror que provenía tanto desde la extrema derecha como de la extrema izquierda, fenómeno que ha ocurrido en muchos otros países”, y agrega que “a los delitos de los terroristas, las Fuerzas Armadas respondieron con un terrorismo infinitamente peor que el combatido”.

Según esta teoría, durante esa década se libró una guerra sucia entre dos bandos, con métodos similares y, dada la diferencia de recursos y poderío, resultados diferentes. Apoyándose en esa teoría, los responsables materiales de las desapariciones lograron construir un cuerpo legal que les garantizó impunidad durante varios años. Las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, primero, y los indultos del menemismo, fueron implementados como una forma de llegar a la “pacificación nacional”, es decir, la reconciliación entre los contendientes de esa guerra y el cierre definitivo de ese capítulo de la Historia.

Esta equiparación entre los terroristas de Estado y sus víctimas, perseguía el objetivo de hacer desaparecer definitivamente a los desaparecidos. O, como afirmó Ricardo Balbín, “los argentinos debemos olvidar estos episodios, porque de lo contrario no se construye el país. Los desaparecidos son el gran precio de la guerra sucia, porque esta ha sido evidentemente una guerra sucia.”

La declaración fue publicada el martes 16 de septiembre de 1980, cuando Balbín -entonces presidente de la Unión Cívica Radical- estaba a punto de viajar hacia Río Hondo, Santiago del Estero, y fue consultado por un cronista del diario La Nación.

Ese diario, expresión de los sectores más conservadores de la Argentina y cómplice mediático de la Dictadura cívico-militar, fue y sigue siendo uno de los principales propagandistas de esa teoría la cual, para ser más precisos, debería ser reconocida como una doctrina. Mientras la teoría ofrece una explicación basada en las etapas del método científico, la doctrina efectúa una apreciación, emite un juicio valorativo, calificando además los resultados de la investigación.

El encargado de hacerlo es el historiador favorito de esos sectores de poder: Ceferino Reato. Cultor acérrimo de la doctrina de los dos demonios, es el que aporta la apreciación, el juicio valorativo y califica los resultados de su investigación. Y es el diario La Nación el que continúa propagando y convalidando esas investigaciones, reflejo de su propia versión de la Historia.

La última fue publicada el Viernes 20 de septiembre, y la nota de Reato lleva como título una sentencia: “Hablan de 30.000 desaparecidos y saben que es falso”. ¿Quiénes hablan? ¿Quiénes saben?

Toda su argumentación tiene un objetivo claro, definido en el primer párrafo: “Los kirchneristas, en especial los líderes de las organizaciones de derechos humanos, que insisten en que los desaparecidos durante la dictadura fueron 30.000, me recuerdan a los dirigentes de esas ONG "truchas" que se ponen contentos cuando aumenta el número de pobres porque imaginan que, de esa manera, podrán capturar mayores subsidios, ayudas y respaldos dentro y fuera del país”.

El historiador de los dos demonios intenta deslegitimar a organizaciones que sostienen la política de Verdad, Memoria y Justicia, al decir que “en mérito a sus luchas valerosas del pasado, las líderes de Madres y Abuelas han podido decir y hacer prácticamente cualquier cosa. El presente las encuentra con mucha influencia en la alianza gobernante, pero con la legitimidad dañada”. Afirmaciones y nada más, sin sustento fáctico, propio de un columnista de opinión y no de un investigador.

La nota de Reato que publica La Nación podría ser incluida en una teoría sobre la falsedad de la Historia, o cómo los historiadores son capaces de acomodar y retorcer los hechos y las cifras, u ocultarlas a conveniencia para demostrar una hipótesis.

“Llegué a este número luego de contar los apellidos y nombres que aparecen como víctimas de la dictadura en el Anexo II del Nunca Más , el informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep)”, destaca Reato cuando se refiere a su conclusión acerca del número de desaparecidos, que para él es de 7158.

En ese anexo, se incluyen listas de personas desaparecidas y de aquellas que persistiendo aún en tal condición han sido vistas en centros clandestinos de detención, según aclara el propio informe. Además, agrega que “en cuanto a la primera nómina, de la que resulta la cifra de 8.961 desaparecidos, es -inevitablemente- una lista abierta”, y aclara que “existen millares de desaparecidos que pasaron por esos centros y de los cuales los liberados sólo conocieron apodos, o proporcionan someras descripciones físicas, provincia de origen, oficio, filiación política u otra característica aislada, de los que se incluyen 800 casos.”

Para la ONG Proyecto Desaparecidos, “las listas que tenemos fueron confeccionadas en base a las denuncias hechas originalmente frente a los organismos de derechos humanos y la CONADEP y posteriormente frente a la Secretaría de Derechos Humanos. Aunque en nuestras listas aparecen alrededor de 10.000 detenidos-desaparecidos y 2400 muertos, la lista de la Secretaría de Derechos Humanos alcanzaría a 14.000 nombres. De cualquier manera estos son necesariamente una fracción del número total de desaparecidos ya que las listas sólo reúnen a aquellos desaparecidos por los que se hizo una denuncia. En muchos casos no hubo denuncias por una variedad de razones, incluyendo la desvinculación de la víctima con su familia, la falta de parientes o amigos que hicieran la denuncia, la represión generalizada contra grupos familiares, sociales o laborales que impidió que quedara quién hacer la denuncia, el miedo por parte de la familia, la falta de organismos frente a quienes hacer la denuncia, etc. El número de 30.000 detenidos-desaparecidos es solamente una estimación, y el verdadero número podría ser mucho más alto.”

La organización remarca que “los únicos que realmente saben cuántas personas fueron detenidas-desaparecidas en la Argentina son los responsables de sus desapariciones. Hasta el momento, ellos no han entregado las listas de las víctimas de desaparición forzada, ni han dado un número concreto de cuánta gente desaparecieron y mataron.”

Hay algo en común entre
Reato, Meijide y Videla:
su versión sobre el número
No hay listas con el destino final de los desaparecidos. Podría haber listas parciales, pero desprolijas”, fue el testimonio de Jorge Rafael Videla, el principal jerarca del Terrorismo de Estado. La declaración exclusiva la tuvo Ceferino Reato luego de entrevistarlo en su celda de Campo de Mayo.

De esta manera, el Proceso da su último mensaje al reclamo por la entrega de las listas con los nombres de las víctimas de desapariciones forzadas. Videla señala que no existen listas, que los desaparecidos son los que consigna el Nunca Más, Reato lo corrobora en su “investigación” y La Nación los propala como una verdad histórica. Después de eso, ¿para qué seguir adelante con nuevas investigaciones?

Pero no termina allí. En el relato de Videla y Reato hay lugar para una bajada de línea hacia el presente. “Nuestro objetivo era disciplinar a una sociedad anarquizada. Con respecto al peronismo, salir de una visión populista, demagógica; con relación a la economía, ir a una economía de mercado, liberal", confesó el líder del Terrorismo de Estado para el libro de Reato “Disposición final”.

El título alude al término “Solución final”, utilizado por el nazismo para denominar al Holocausto del pueblo judío en los países bajo la dominación alemana durante la Segunda Guerra Mundial. La estrategia de Reato de desestimar la cifra de desaparecidos en Argentina tiene el mismo sentido que la esgrimida por los sectores antijudíos que cuestionan la cifra de víctimas de la Shoá: imponer una visión de la Historia que minimice las responsabilidades de los victimarios.

La construcción del relato de Reato no es un esfuerzo aislado. Se enmarca en una estrategia semejante a la manifestada por Videla -salir de una visión populista, demagógica, ir a una economía de mercado, liberal- en la que confluyen diversos sectores y personajes. Recientemente, Graciela Fernández Meijide, ex integrante de la CONADEP y madre de un desaparecido, también cuestionó la cifra.

“Es todo tan circunstancial, de tal chiquitaje... sustituir y llenar de mentiras. Como los 30 mil desaparecidos. ¿Con qué derecho cuando había un conteo de 9 mil? ¿Porque es un símbolo? Están los mitos, pero quien hace historia tiene responsabilidad política. Debe decir la verdad”, afirmó en una entrevista a Clarín. Pero Meijide fue más explícita. Para la ex dirigente de la Alianza, “deberían bajar condenas a represores por información".

El intento de Reato por validar la versión del Proceso de Reorganización Nacional queda en evidencia por la oportunidad política en la que se realiza. Las cifras se conocen desde hace años, y sin embargo el historiador de los dos demonios nunca se había interesado en esos datos.

La verdad histórica no es su objetivo, y por ello comete una grave “omisión” para un investigador: el documento desclasificado, publicado por The National Security Archive (NSA) de la George Washington University, en el cual el Ejército argentino admite que “se tienen computados 22.000 entre muertos y desaparecidos, desde 1975 a la fecha” (Julio de 1978).

En su presentación, el NSA destaca que “el documento fue enviado a la DINA chilena por el oficial de inteligencia chileno Enrique Arancibia Clavel, que usaba el seudónimo "Luis Felipe Alemparte Díaz", y está basado en documentación a la que él tuvo acceso en los cuarteles centrales del Batallón de Inteligencia Militar 601. Arancibia Clavel era el representante en Argentina de la red de "Operación Cóndor" creada en noviembre de1975 por las fuerzas de seguridad de Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Bolivia y Paraguay. El informe provee importante evidencia en cuanto a que el número total de desaparecidos es significativamente mayor que las 9.089 personas listadas en el informe de la Comisión Nacional de los Desaparecidos (CONADEP) en los años ochenta. Es también significativo que la inteligencia militar inicia el registro en 1975, en momentos en que los militares han tomado las riendas de las actividades represivas a nivel nacional, varios meses antes del golpe militar de marzo de 1976. Ya que se sabe que las desapariciones continuaron por varios años más, el total de desaparecidos por los militares puede ubicarse bien por encima de los 22.000 que reporta este informe de Julio de 1978.”

Toda esta información fue ignorada, desconocida o alevosamente excluida por el historiador elegido por Videla para dejar su último mensaje al presente argentino. No le hacía falta demasiada pericia como investigador para acceder a los documentos, que ya habían sido publicados en 2004 por John Dinges en su libro “The Condor Years”. Sólo le bastaba leer la nota escrita por su colega Hugo Alconada Mon el 24 de marzo de 2006, titulada “El Ejército admitió 22.000 crímenes” y publicada por el mismo diario que ahora pasa por alto ese dato, La Nación.



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