sábado, 16 de julio de 2016

El espejismo chileno

Es habitual escuchar al Presidente Mauricio Macri enfatizar en sus discursos la importancia del empleo. El mandatario argentino lo repite en cada oportunidad que tiene de hablar frente a un micrófono, pero nunca le da contenido a esa afirmación ¿Cuál es el rol del empleo en el modelo económico del macrismo?

En varias ocasiones, Macri manifestó su admiración por el “modelo chileno”, y es conocida su intención de acercarse a la Alianza del Pacífico, que Chile integra junto a Colombia, México y Perú. En la reciente cumbre de ese bloque realizada en la ciudad de Puerto Varas, en el sur chileno, participó como invitado y allí volvió a afirmar que “la inversión es la que nos lleva al empleo, y el empleo es lo que nos lleva a resolver nuestro compromiso con la igualdad de oportunidades”.
Ante la falta de definiciones más concretas, lo que nos puede dar las claves para entender su visión del rol del empleo en la economía es esta intención de mirarse en el espejo chileno. O el espejismo.
La triste realidad es que el salario mínimo en Chile es un salario de explotación, muy por debajo de ese ingreso en Argentina. El 1 de julio entró en vigencia un aumento escalonado, por lo que el salario mínimo llegará a $276.000 (US$ 417), recién en 2018. Un año antes, en enero 2017, el salario mínimo llegará en Argentina a $8.060, unos 537 dólares.
Gonzalo Durán, economista de la Fundación Sol, señala que el salario mínimo aprobado “alcanza para ir y volver al trabajo, un kilo de pan por día, alquiler una pieza y pagar las cotizaciones previsionales”. Según estudios de ese entro de referencia nacional para cuestiones de trabajo, sindicalismo y educación, más de un millón de trabajadores chilenos perciben el ingreso mínimo mensual. Pero si a los asalariados se les suman los cuentapropistas, la cifra llega a más de un millón 600 mil personas que ganan el salario mínimo o menos, prácticamente 1 de cada 4 trabajadores.
Chile ha sido señalado como el país más desigual de los que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y donde los escandalosos niveles de concentración económica impiden su pleno desarrollo. Un estudio de esa organización internacional afirma que allí el salario mínimo no alcanza para que una familia supere la línea de la pobreza, y destaca la necesidad de pagar mayores salarios o implementar apoyos complementarios.
El estudio revela también que en las grandes empresas, con 200 trabajadores o más, alrededor del 18% cobra el ingreso mínimo. “Se puede observar que un volumen importante de trabajadores se ubican en segmentos de empresas con grandes espaldas financieras, lo que refuerza la tesis de que en Chile, buena parte de la desigualdad de ingresos radica en el espacio de la producción: existe una clase empresarial que gana mucho, a costa de bajísimos salarios, destaca el economista de la Fundación Sol.
La propia Ministra de Trabajo, Ximena Rincón, admite que “obviamente, cuando tú te preguntas ¿es suficiente ingreso para vivir?, la respuesta es definitivamente no. Por eso los subsidios monetarios, la educación gratuita y los esfuerzos en salud. En fin, es una larga lista de aportes indirectos que el país hace a esas familias”.
Uno de los que instaló en el debate público la necesidad de elevar el salario mínimo es Alejandro Goic, obispo de Rancagua y vicepresidente de la Conferencia Episcopal, quien reclamó un “salario ético” de $ 400 mil.
Una de las paradojas de la pobreza en Chile es que buena parte de ese sector social son asalariados. La Fundación Sol señala que “los trabajadores pobres son principalmente asalariados. Al utilizar el criterio unidimensional para medir pobreza, se puede determinar que en Chile se registran 584.968 trabajadores pobres, lo que representa un 8,1% del total de ocupados del país”.
Esta situación del salario en Chile no es casual, sino que es parte del modelo social fuertemente elitista y jerárquico impuesto desde el pinochetismo, sostenido sobre la base de la desigualdad y la concentración económica extrema. “Cuando hablamos de salarios bajos –explica Gonzalo Durán- es porque hay una distribución desigual del poder. En Chile, la política de salario mínimo es la que define las condiciones salariales del resto de los trabajadores. Pensando que los sindicatos tienen muy bajo poder, esta es la política para distribuir ingresos.
Una situación muy alejada del “compromiso con la igualdad de oportunidades” que Macri dice tener.

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